FRÍO “Estaremos encantados de contar contigo”. Esa fue la última frase completa que pudo escuchar Marcos antes de sentir cómo de su cabeza despegaba el peso de todas las preocupaciones acumuladas. Atrás dejaba tres años de rechazos y portazos en la cara. De correos sin responder y falsas esperanzas nacidas ya muertas; sus numerosos cadáveres se le acumulaban en el pecho. Al otro lado del teléfono la voz de la directora de recursos humanos sonaba alegre, con el alivio de esas voces acostumbradas a dar malas noticias que por fin respiran. Como...