Desayuno
amargo
Agustín M. Romero Rosas
Sebastián Santamaría llega a
duras penas al banco. Ha caminado tambaleándose a consecuencia de la
gran cantidad de alcohol ingerida en las últimas horas. Se sienta,
deja el cartón de vino en la tierra, estira las piernas y observa
el espacio que le circunda. Parece decir: “Estos son mis dominios”.
A pesar de que la noche acaba
de comenzar, hace ya un frío intenso. Pero él parece que no lo
siente, pues tiene en el cuerpo el calor que le proporciona la
bebida. Se recuesta boca arriba en el banco,...